Cada 21 de junio se celebra el Día del Apicultor, una fecha que pone en valor el trabajo fundamental de quienes dedican su vida al cuidado de las abejas y a la producción de miel. Más allá de recolectar uno de los productos naturales más nobles, los apicultores son piezas clave en el equilibrio del ecosistema gracias al rol polinizador de sus colmenas.
En zonas como Rodeo, donde la flora nativa convive con cultivos regionales, la apicultura no solo es una tradición, sino también una actividad económica creciente, impulsada por el interés en alimentos naturales y sostenibles. Cada colmena es un microcosmos de armonía: obreras laboriosas, zánganos curiosos y una reina que garantiza la continuidad de la colmena.
En este día, es oportuno reflexionar sobre los desafíos que enfrenta el rubro: el uso de agroquímicos, el cambio climático y la pérdida de hábitats ponen en riesgo a las abejas en todo el mundo. Por eso, apoyar a los apicultores locales, consumir miel pura de origen conocido y apostar por prácticas agrícolas amigables con la polinización son gestos sencillos que generan un gran impacto.
Hoy celebramos a quienes, con paciencia y conocimiento, extraen dulzura del silencio del campo y construyen un legado que va más allá de la miel: el de cuidar la vida misma.