
En honor a José Manuel Estrada, destacado educador, escritor y político que dedicó su vida a la formación intelectual y moral de generaciones enteras. Sin embargo, más allá de la conmemoración histórica, esta fecha invita a una reflexión profunda sobre el rol del docente en la sociedad actual.
Los profesores no solo transmiten conocimientos; moldean conciencias, despiertan vocaciones y siembran valores. En tiempos donde la información abunda pero el pensamiento crítico escasea, el docente se convierte en un guía indispensable para navegar la complejidad del mundo. Su labor no termina en el aula: continúa en cada conversación, en cada duda que despierta, en cada estudiante que aprende a pensar por sí mismo.
A pesar de su impacto, los profesores enfrentan desafíos estructurales que contradicen el valor simbólico que se les atribuye. Salarios insuficientes, condiciones laborales precarias y falta de recursos son parte de una realidad que erosiona su vocación. ¿Cómo exigir excelencia educativa sin garantizar dignidad profesional?
El Día del Profesor debería ser más que un saludo protocolar: debe ser un punto de partida para políticas públicas que reconozcan su rol estratégico en el desarrollo del país. Porque invertir en educación es invertir en futuro, y eso comienza por cuidar a quienes enseñan.
En un mundo que cambia vertiginosamente, el profesor permanece como un faro. Su tarea es, en muchos sentidos, un acto de resistencia: frente a la apatía, frente a la desinformación, frente a la desigualdad. Celebrar el Día del Profesor es también reivindicar su lucha diaria por una sociedad más justa, más sabia y más humana.