
Cada 15 de septiembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Democracia, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 con el objetivo de fortalecer los principios democráticos y recordar que la democracia no es un hecho garantizado, sino un proceso en constante evolución2.
La democracia, entendida como el sistema político que garantiza la participación ciudadana, la libertad de expresión y el respeto por los derechos humanos, enfrenta hoy desafíos que amenazan su esencia: desinformación, polarización, debilitamiento institucional y exclusión social. En este contexto, el Día Internacional de la Democracia no debe ser visto como una efeméride más, sino como una oportunidad para reflexionar sobre el estado de nuestras democracias y el rol que cada ciudadano desempeña en su fortalecimiento.
La democracia no se limita a votar cada cierto tiempo. Es una práctica diaria que exige compromiso, vigilancia y participación activa. Como señala António Guterres, Secretario General de la ONU, “el motor de la democracia es la voluntad del pueblo: sus voces, sus decisiones y su participación”. Sin ciudadanos informados, críticos y comprometidos, la democracia se convierte en una fachada vacía.
En países como Perú, donde las crisis políticas han puesto a prueba la solidez institucional, esta fecha adquiere un significado especial. La historia reciente demuestra que sin rendición de cuentas, transparencia y pluralismo, los derechos fundamentales se ven comprometidos.
El lema desde 2023 es, “Empoderar a la próxima generación”, y pone el foco en los jóvenes como actores clave en la renovación democrática. Su protagonismo en temas como la justicia ambiental, la equidad digital y la inclusión social es vital para construir sociedades más resilientes y representativas. Sin embargo, para que ese empoderamiento sea real, se requiere educación cívica, acceso a la información y espacios de participación genuinos.
Más que una celebración, el Día Internacional de la Democracia es una advertencia: sin participación ciudadana, sin instituciones sólidas y sin respeto por los derechos humanos, la democracia se debilita. En tiempos donde la inteligencia artificial, la desinformación y la apatía política amenazan con distorsionar el debate público, es urgente que cada persona asuma su rol como protagonista de la vida democrática