
A veces siento que las personas piensan que el daño solo existe si lo puedes ver. Como cuando te caes y te raspas la rodilla, o si te pegas y te sale un moretón. Es fácil para ellos decir “ay, pobre, te dolió”, porque lo pueden notar. Pero ¿Qué pasa cuando el daño no está en la piel, sino en la cabeza o en el corazón?
Yo creo que el daño psicológico es como una herida invisible. No se ve, pero duele igual o más. Es como si alguien te dijera algo que te lastima, como “qué tonta eres” o “nadie te quiere”, y esas palabras se quedarán pegadas dentro de ti. A lo mejor los demás piensan que ya lo olvidaste porque no lloraste o no dijiste nada, pero por dentro sigue doliendo.
Hay días en los que siento que no sirvo para nada, aunque no haya una razón clara. Me acuerdo de las cosas malas que me han dicho o hecho, y las escucho una y otra vez en mi cabeza, como si alguien las estuviera repitiendo en un altavoz. A veces hasta me las empiezo a creer. ¿Y si tienen razón? ¿Y si de verdad, no soy suficiente?
Lo peor es que no siempre puedes explicarlo. Si le dices a alguien “me siento mal”, te responden “no pasa nada”, como si fuera algo que pudieras apagar con un botón. Pero no es tan fácil. Es como cargar una mochila llena de piedras que nadie más puede ver. No sabes cómo quitarla, y tampoco quieres que los demás se den cuenta porque tienes miedo de que te juzguen.
El daño psicológico no es como el físico. Cuando te rompes un brazo, todos lo notan y te ayudan. Pero cuando estás rota por dentro, tienes que buscar ayuda tú sola, y eso a veces da miedo. Da miedo hablar porque piensas que nadie te va a entender o ni siquiera te van a escuchar o te pueden llegar a decir que estás exagerando
Por eso creo que es importante que todos sepan que las palabras también pueden lastimar. Que el daño psicológico existe, aunque no se vea. Y que si alguien te dice “no estoy bien”, lo mejor que puedes hacer es escuchar entender y ayudar. No juzgar, no ignorar, solo estar ahí. Porque a veces, saber que alguien está contigo puede hacer que esa mochila se sienta un poquito más ligera, y si en algún momento tu necesitas esa ayuda que ya diste quizás la vuelvas a recibir.
Eso pienso. Tal vez no sea perfecta, pero estoy aprendiendo que no necesito serlo para estar bien…