Cada 4 de junio, el mundo conmemora el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, una fecha que nos recuerda una realidad dolorosa: millones de niños en todo el mundo sufren violencia física, psicológica y emocional en conflictos armados, entornos familiares y comunidades.
Este día no solo busca visibilizar estas injusticias, sino también generar conciencia sobre la urgente necesidad de proteger a la infancia. La violencia contra los niños no es solo un problema moral, sino también una cuestión que afecta el desarrollo de sociedades enteras. Los niños que crecen en ambientes violentos tienen mayores probabilidades de sufrir traumas a largo plazo y dificultades para integrarse plenamente en la sociedad.
La comunidad internacional ha avanzado en la implementación de políticas y programas de protección infantil. Sin embargo, los esfuerzos aún son insuficientes. Gobiernos, organizaciones civiles y ciudadanos deben reforzar su compromiso con la protección de los derechos de los niños, asegurando su acceso a educación, atención médica y un entorno libre de violencia.
Este día nos invita a reflexionar y, sobre todo, a actuar. No basta con reconocer el problema: es fundamental exigir justicia, apoyar programas de ayuda y promover una cultura de paz para que cada niño pueda crecer en un mundo seguro y lleno de oportunidades. Porque la infancia debería ser sinónimo de felicidad, no de sufrimiento.