
El ejemplar Saavedra Wine’s, un vino rosado de altura elaborado por la Escuela Agrotécnica Cornelio Saavedra bajo la supervisión del enólogo Nicolás Arguello, se alzó con el Premio de Oro en la Cata de Vinos, consolidando su lugar como una joya enológica nacida del compromiso educativo y la pasión por la tierra.
Este reconocimiento no solo destaca la calidad sensorial del vino con notas frescas, frutales y una estructura equilibrada, sino también el modelo pedagógico que lo hizo posible. En un entorno de aprendizaje rural, estudiantes de 7º año participaron activamente en todo el proceso de producción, desde la cosecha de varietales cultivados en Angualasto hasta la vinificación final.

El Saavedra Wine’s es más que una bebida: es el resultado de un proyecto formativo que une ciencia, tradición y territorio. Cultivado a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar, este rosado de altura refleja las condiciones únicas del Valle de Iglesia, San Juan, donde el clima seco y la amplitud térmica favorecen la expresión aromática de las uvas.
La intervención del enólogo Nicolás Arguello fue clave para guiar a los estudiantes en prácticas profesionales reales, elevando el estándar técnico y sensorial del producto. El resultado: un vino que compite de igual a igual con etiquetas comerciales, pero con una historia que lo hace único.
Este logro pone en evidencia el potencial de las escuelas agrotécnicas como semilleros de innovación. El Premio de Oro no solo valida la calidad del vino, sino también el valor de una educación pública que apuesta por el trabajo colaborativo, el arraigo territorial y la formación integral.

- Formación técnica aplicada: Los estudiantes aprenden haciendo, en contacto directo con el proceso productivo.
- Impacto local: El proyecto vincula a la escuela con productores, enólogos y la comunidad, fortaleciendo la economía regional.
- Inspiración nacional: Este modelo puede replicarse en otras instituciones, promoviendo la excelencia desde las aulas.
El Saavedra Wine’s no solo conquistó el paladar de los jueces, sino también el respeto de la comunidad vitivinícola. Su Premio de Oro es un brindis por la educación, el trabajo en equipo y el poder transformador de los proyectos escolares bien guiados. En cada copa, se saborea el futuro de una generación que aprende haciendo, y que ya empieza a dejar huella en el mapa enológico argentino.