
El sol podrá nublarse sin fin, el mar secarse en un instante cruel, y el eje de la tierra, frágil cristal, quebrarse con un silencioso trueno.
Podrá la muerte, con su triste crespón cubrir mi cuerpo, y en silencio callar el eco de mi voz, la fuerza de mi amor, la llama que un día ardió con pasión.
La oscura noche fría cubrirá el mundo, y el tiempo se detendrá. Las estrellas se apagarán una a una, y el universo en la nada se hundirá.
Aunque el sol se apagué en el vacío, el mar se seque, la tierra se deshaga, en mi alma eternamente vivirá, el eco del amor que no se acaba.
La llama de tu amor, un fuego sagrado, brillará y arderá por siempre en mi corazón, más allá de la muerte, más allá del tiempo, una llama que arde sin condición.
Aunque el universo se destruya, y el polvo de las estrellas se extinga, el recuerdo de tu amor, mi dulce sueño, jamás mi alma lo olvidará, jamás se extinguirá.